Cervezas y Politikon en Jerez
El pasado jueves nueve de agosto
tuvimos la suerte de tener en Jerez a Pablo Simón, politólogo, profesor en la
Carlos III y colaborador del blog Politikon; que nos ofreció una charla en la
Sala Bereber sobre la globalización y el auge de partidos de extrema derecha. Lo
que a continuación expongo son sus ideas:
Lo primero que hizo fue definir
la globalización como un proceso de creciente integración económica, política,
social, cultural,… a nivel mundial. Como todo, tiene sus ventajas (ej: la
expansión del movimiento feminista copiando estrategias de éxito de otros
países y ganando repercusión) y sus inconvenientes (ej: la deslocalización).
Igualmente, tiene sus ganadores y perdedores, y aquí la conexión con el auge de
los partidos de extrema derecha. Entre los ganadores estarían los muy muy
pobres (ej: millones de chinos que han salido de la pobreza) y los muy muy
ricos (ese famoso 1%). En consecuencia, la
clase media de los países más desarrollados es la perdedora de la globalización.
Estos son los potenciales votantes descontentos proclives a este tipo de
partidos.
Una vez vista la conexión entre
globalización y los partidos de extrema derecha, pasamos a analizar estos
últimos. Lo primero que hace falta son unos criterios para saber cuándo
hablamos de extrema derecha. Para
ello, Simón nos dio algunas pautas comunes como el nativismo, las estructuras
jerárquicas, la adoración a un líder,… Además, conviene distinguir entre la
vieja extrema derecha (ej: fascismo, nazismo) y la nueva extrema derecha (ej:
Europa hoy en día). Como decía Mark Twain, la historia no se repite pero rima.
Es paradójico que la extrema
derecha sea capaz de captar votos de colectivos que aparentemente tienen
objetivos contrapuestos (trabajadores-empresarios). Este interesante fenómeno
se explica por el hecho de que estas formaciones apelan al discurso de la identidad, ganándose así a ambos. Esta estrategia
consiste en exaltar los valores nacionales en lugar de profundizar realmente en
las propuestas. Por ejemplo, en lugar de hablar de si habrá más médicos en la
sanidad pública o menos, de lo que se habla es de que la sanidad pública solo
será para los españoles (esto se conoce como chovinismo del Estado del
Bienestar). En esta capacidad de desviar el discurso radica su éxito. Respecto
a esta estrategia surgió una buena pregunta en el turno de debate al final del
evento, sobre el uso de las redes sociales. El ponente reconoció una mejor
utilización por parte de la extrema derecha. Esto es en parte lógico pues al
fin y al cabo los votantes del PP por ejemplo no se consiguen a través de las
redes sociales (dicho partido las usa para crear polémica y que el asunto
llegue al telediario).
Un dato para reflexionar: las
concepciones políticas se forman entre los 15 y los 24 años. Los hechos
históricos que nos ocurran durante esa edad determinarán en gran medida nuestro
voto. En este sentido, hay que recordar que hay una generación de españoles que
solo ha conocido la crisis.
Siguiendo con el tema de quiénes
son los votantes de la extrema derecha, el profesor hizo un análisis desde tres
perspectivas: voto según si vives en ciudad o pueblo, voto según la edad y voto
según el género.Sobre la brecha ciudad-pueblo hay que decir que es más intensa que nunca. A
modo ilustrativo, cuanto más lejos vivas de París, más proclive eres a votar a
Le Pen.Sobre la brecha intergeneracional, el ejemplo más claro es el Brexit, donde por regla general los
mayores votaron irse y los jóvenes quedarse, aunque muchos de estos no votaron,
un gran error según nuestro politólogo. Además, la tercera edad es un sector
con más peso en el censo que los jóvenes, de ahí por ejemplo las escasas
políticas de juventud. Algunos afirman que los jóvenes que no votan participan
de otras maneras (ej: manifestaciones), pero es un mito: estudios revelan que
los que votan y los que se manifiestan (u otras acciones) son en realidad los
mismos.Respecto al género, los hombres son en general más dados a votar a
partidos más radicales (independientemente de que sean de derechas o no –
ej: Podemos). Esto no quiere decir
que las mujeres sean más conservadoras, lo cual es un mito, sino que las
mujeres por lo general no votarán a este tipo de partidos con un discurso que
amenaza gravemente su estatus y que las posiciona en inferioridad.
Visto esto, la pregunta obligada
es por qué en España no hay una extrema
derecha consolidada, a diferencia del resto de Europa. Son múltiples las razones: el
Partido Popular ocupa un espectro lo suficientemente amplio como para que esos
votantes de extrema derecha se encuentren cómodos, la inmigración se encuentra
bastante dispersada por nuestro país, Podemos emergió después del 15M y aunó
ese descontento que si no podría haber derivado en extrema derecha,… En la
charla también se dijo que por mucho que se diga lo contrario en Twitter, el PP
no reúne las características previamente expuestas de los partidos de extrema
derecha. De hecho, según Simón, el PP es bastante moderado comparado con otras
derechas europeas. En este punto surgió obviamente el asunto de las declaraciones anti-inmigrantes de Pablo
Casado. Según el experto, es pronto para valorarlas y ni siquiera el líder
del PP sabe realmente si profundizar en esa vía (de hecho a los días estaba
dándole la mano a unos refugiados y haciéndose fotos). Lo más inteligente sería
orientarse al centro porque es donde hay más votantes. Lo contrario sería
reconocer la imposibilidad de competir con Ciudadanos. Aprovecho para comentar
aquí que Trump tampoco sería el mismo
fenómeno de extrema derecha que estamos comentando hoy. Como siempre, hay
que recordar que obtuvo tres millones de votos menos que Hillary Clinton.
En torno al discurso de la
extrema derecha gira permanentemente la cuestión de la inmigración y los
refugiados. No es de extrañar que tras haber cerrado la puerta del Este
(pagando a Turquía) y la de Italia, aumente el flujo por España. En todo caso,
hay que decir que la Unión Europea ha gestionado pésimamente la crisis de los
refugiados. El ejemplo más claro es Italia, que se abandonó a su suerte, de
manera que cuando Renzi fue a las elecciones, no pudo ofrecer nada a sus
votantes, y en su lugar los populismos ganaron. La solución pasa necesariamente
por colaborar. Así lo hemos visto recientemente con el acuerdo para que España acoja inmigrantes de Alemania. Aunque cueste
creerlo, Alemania también nos necesita.
El profesor vaticinó que en las
próximas elecciones europeas el bloque euroescéptico ganará mucho peso, ya que
los ciudadanos vemos estos comicios como de segundo orden y tendemos a votar en
clave de castigo. Por tanto, el proyecto
europeo está hoy más en riesgo que nunca. Entonces, ¿qué hacer para frenar esta
oleada? Pablo Simón apeló a la responsabilidad del resto de partidos para
no caer en esos discursos sobre la identidad, los inmigrantes,… pues si esto
ocurre, la extrema derecha habrá conseguido poner eso en el debate y habrá
ganado la batalla. Al fin y al cabo, los partidos políticos tienen influencia
sobre la opinión general, y si se empieza a hablar, por ejemplo, de los peligros de inmigración, la gente se
empezará a alarmar por ello.
Las cosas han cambiado y habrá
que acostumbrarse a que surjan y desaparezcan partidos. Lo importante ya no es solo ganar, sino sumar, para
poder formar un gobierno. No obstante, hay que tener cuidado con las grandes
coaliciones, pues cuando estas sufran el desgaste de haber estado en el
gobierno, si los ciudadanos quieren castigar, ya no habrá otra alternativa a la
que votar sino la extrema derecha. Lo que está claro es que el pluralismo
político ha venido para quedarse.
Comentarios
Publicar un comentario